Aristóteles, el pensador polifacético

Filósofo, politólogo, preceptor, científico e incluso médico, Aristóteles fue una de las mentes más brillantes del mundo helenístico precisamente por su insaciable curiosidad y pasión por el estudio: un auténtico polímata, según el término griego, “el que ha aprendido mucho”.

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EL GRAN “POLÍMATA” DE LA ANTIGÜEDAD

aristóteles, el pensador polifacético

Filósofo, politólogo, preceptor, científico e incluso médico, Aristóteles fue una de las mentes más brillantes del mundo helenístico precisamente por su insaciable curiosidad y pasión por el estudio: un auténtico polímata, según el término griego, “el que ha aprendido mucho”.

Abel G.M.

Periodista especializado en historia y paleontología

25 de mayo de 2021 · 16:58

“todos los hombres desean por naturaleza saber”. Según este principio, recogido en la obra Metafísica, vivió Aristóteles durante toda su vida. No solo se interesó por todas las disciplinas que llamaron su curiosidad -aunque sea recordado principalmente como filósofo-, sino que buscó la verdad incluso aunque significase llevar la contraria a aquellos que le habían protegido, ya fueran maestros o reyes. De su gran mentor, cuyo pensamiento a menudo no compartió, dijo una vez: “Soy amigo de Platón, pero más aún soy amigo de la verdad”.

Una curiosidad insaciable

Aristóteles, nacido en el año 384 aC en la ciudad de Estagira -en el noreste de Grecia-, vino al mundo bajo una buena estrella: formaba parte de una estirpe de médicos que llevaba varias generaciones sirviendo a la familia real de Macedonia y su destino, en principio, era proseguir este legado. Su padre Nicómaco era el médico personal del rey macedonio Amintas III, padre de Filipo II y abuelo de Alejandro Magno, dos personajes que influirían decisivamente en la vida del polímata. Pero a la muerte de Nicómaco, cuando Aristóteles solo tenía 17 años, el joven fue confiado a la tutela de su pariente Proxeno, quien se dio cuenta de su extraordinario intelecto y su curiosidad insaciable.

Así pues, Aristóteles fue enviado a Atenas para estudiar en el mejor lugar posible para una mente polifacética como la suya: la Academia de Platón. Aunque la gran polis griega había perdido el poder político que tuvo en los tiempos de Pericles, seguía siendo la capital helenística del pensamiento y las artes, y su ambiente dinámico y abierto ofrecían al joven estudiante un ambiente rico de estímulos de todo tipo. La Academia era principalmente conocida por sus enseñanzas en filosofía, pero al igual que Aristóteles se interesaba por un amplio abanico de materias que incluían tanto ciencias naturales como sociales. Platón le puso el apodo de ��el lector” por la avidez con la que devoraba las obras de la biblioteca de la Academia. Su propio nombre parecía un signo del destino, pues significa “destinado a lo mejor”.

De alumno a maestro

El carácter y el pensamiento de Aristóteles se entienden a menudo en contraposición con los de su maestro Platón: mientras que el segundo estaba más interesado en el mundo de las ideas, su discípulo prefería estudiar el mundo tangible. Esta dicotomía fue reflejada magistralmente por el artista del Renacimiento Rafael Sanzio, que la plasmó en su famoso fresco La escuela de Atenas, en el Palacio Apostólico del Vaticano: en el centro de la obra aparecen Platón y Aristóteles, señalando respectivamente hacia el cielo y la tierra.

Platón era un pensador idealista para quien el mundo de los hombres era solo un pálido y corrupto reflejo de un mundo superior y perfecto. Aristóteles se caracterizaba por su pragmatismo: prefería estudiar el mundo que podía ver, tocar y entender. Aunque se le recuerde como filósofo, dedicó gran parte de su estudio a la biología, la botánica y la medicina; e incluso en el ámbito de las ciencias sociales era muy práctico: su estudio de la política y la historia se guían por los principios de Tucídides, quien concibe el mundo en base a una lógica de causa-efecto que nada tiene que ver con la voluntad divina o con una justicia superior. Esa visión influiría de forma determinante en su pensamiento y en sus elecciones vitales, como la de convertirse en maestro de Alejandro Magno.

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